¡Hola, me dicen Eu!

Presentarse puede ser una de las 5 cosas más incómodas que existen en el mundo, o al menos para mí. Aquí voy, pido piedad anticipada. Quizás la forma de empezar no es la correcta, pero ¡esta soy yo!

Debes saber que…

Mi madre a sus 35 años creyó tener un vida lista, dos hijos -niña y niño-, postgrado, trabajo estable, matrimonio -ni perfecto ni fallido, bien convencional, diría yo-, todo estaba como debía estar, incluso esa ligadura de trompas que se realizó años antes, garantizaba la perpetuidad de esa realidad construida a través del tiempo. Pero llegué yo, sin planificación, sin avisar, muy de improvisto, sin explicación científica de cómo sucedió, bajo la conclusión “tenías que nacer”. 

Así fue como hace más de 30 años nací acuariana, caribeña, testaruda, nocturna, pseudo simpática, algo antipática, amante de las artes, el intelecto y las fresas con crema. Destinada a las letras, la comunicación asertiva y los amores fallidos.

Soy un bonito error de vida

Me enamoré de las historias de amor descritas en los libros viejos, los de hace siglos en los que imperaba el sentimiento. Comencé a escribir poemas sobre mis amores imposibles, componer canciones de libertad y valentía, a redactar mi vida como si fuese una serie de los 90 ‘s. Cultivé mi escritura desde que tengo uso de razón y hoy solo busco compartir mi arte con el mundo, brindar reflexión a través de mis experiencias e intentar descifrar a una generación desde la cotidianidad, los patrones compartidos y los traumas no resueltos. 

Nunca me creí tan buena escribiendo, a pesar de que mi sueño ha sido ser escritora. Entre mis miedos decidí estudiar Comunicación Social, irme por la mención de periodismo y especializarme en contenido digital. Lo que me ha funcionado perfecto, para qué decirte que no… ¿es suficiente? Mmmm. Entre medio estudié inglés, machuco el francés, tuve un novio italianísimo así que no sé si cuenta como dominio del idioma, pero ajá. 

Ahora sí… ¡mucho gusto!

¿Ves? Mil vueltas para poder hablar de mí y de todos los amores que no viví, de que a los 25 años ya tenía un matrimonio, dos hijos, un divorcio, una migración, cita los lunes con la psiquiatra, los jueves con la psicóloga y cada dos sábados iba a la Catedral de Santiago a pedirle una señal a Dios para descifrar ¡¿por qué yo!? Eso sin mencionar que creí haber encontrado al amor de mi vida luego de todo ese drama y con quien no me permití ser porque eran tantas mis heridas y mi incapacidad para recibir amor, que al final lo dejé ir sin saber qué hubiese pasado sí… pero sí me decidí por una relación con quien podría lograrlo. Para el momento de esta redacción, estamos descifrándolo. 

No me gusta la carne (ni roja, ni blanca, ni rosada), porque sabe a carne, pero aprendí a disfrazar los sabores con aderezos para no vivir a punta de plátano frito y huevo. Me quedé atrapada entre 1998 y el 2005, musicalmente hablando, aunque el merengue de los 80 ‘s tiene un lugar especial en mi corazón. Soy fan de todas las películas que me hagan llorar y sé de memoria todos los diálogos de Harry Potter. 

La caótica crisis de los 30’s

En medio de mi crisis existencial pre treintas, emprendí, presenté una rutina de stand up comedy basada en ese desamor platónico, tuve un par de experiencias sexuales fatídicas y me resigné a una relación basada en las heridas y los miedos. También escribí desde el dolor y me publicaron en España, Venezuela, Chile, Estados Unidos. Mi blog Mamá Sin Dramas (QEPD) comenzó a aumentar en visitas, ya no eran sólo mamás, sino mujeres que se veían reflejadas en mi caos emocional. Estaba en mi peak… ¡y me caí! 

 La vida me había golpeado mucho y yo  nunca me detuve a cuidar mis heridas, solo seguí, hasta que la factura me llegó con una pandemia y mi sueño en stand by. Colapsé 30 kilos después, una maternidad en solitario, con una alerta de resistencia a la insulina, al borde de la depresión y una realidad en caos. Cuando desperté de mi hipersueño automatizado que me mantenía como robot sin asumir mis emociones, tratando de ser la persona que debía ser y no la que quería, empecé el verdadero camino de la sanación, resolviendo mis temas de raíz.

El universo bendiga la terapia

Así fue como después de muchas horas de terapia, sesiones para cortar patrones generacionales, sanar la relación con mis padres y sí, algo de no hacer nada para empezar hacer lo que amo, llegué a este punto en el que cerré un capítulo mega importante de mi vida como fue Mamá Sin Dramas, para contar las historias al mejor estilo de Tiponice. 

Bienvenida a este espacio, una parte de mí, lleno de anécdotas tan genuinas como las películas de Hollywood basadas en la vida ¡REAL! Aquí hay de todo, solo quiero que te sientas (in)cómoda, tanto como para que puedas darle la vuelta a la tortilla, ver más allá de la punta del iceberg y responder de manera sincera: ¿Esta es la vida que quiero vivir? ¿Estoy siendo responsable de mis acciones? ¿Vivo para que me amen o me amo para vivir? Como te darás cuenta, vamos con todo, porque como se dice en buen chileno, ¿sino pa qué? 

Creo yo que es una buena presentación resumen, ¿no crees? 

                                                           Que todo lo bonito te encuentre ✨

                                                                                      Eunice, la victoriosa. 

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