La verdad hoy quise escribir de ti, traté de no hacerlo, comencé queriendo hablar de la inspiración, luego un poco sobre la obesidad, casi caigo en la sexualidad moderna pero al final nada surgía y al tratar de entender por qué, volví a la respuesta que siempre quiero evitar: tú. 

Acabo de acostar a los niños, debería de irme a dormir para lograr mis 8 horas de descanso, pero al cerrar las cortinas vi un cielo completamente despejado, sin estrellas ni lunas disponibles que me dieran algún indicio de que estás bien. Pensé en ti sin querer hacerlo, sin desearlo, sin ni siquiera imaginar que lo haría. ¡Quién lo diría! Ahora hasta sin lunas te pienso. Así no debe ser. 

Pasé años negando lo mucho que te amaba, ocultando mis ganas de abrazarte, silenciando ese mensaje no escrito porque me dolió lo fácil que fue para ti seguir con tu vida en un dos por tres. Soy sincera, me ganó el orgullo, esa y todas las veces que quise decirte que sí eras perfecto para mí, pero siendo honestos, tampoco me la pusiste fácil, ¿o sí? 

Ahora me descubro hablando de ti de manera espontánea, sin temor ni juicios, como si no estuvieras fuera de mi vida, con una naturalidad que podría hacer creer que algo entre nosotros fue real. Aclaro que no, que no eres mi ex, que sí tuvimos una relación sin etiquetas, una de la que ni siquiera teníamos consciencia y es que cuando pienso cómo fue que resulté enamorada de ti, no encuentro coherencia ni explicaciones porque siempre le dije a mi corazón que tú no. Evidentemente me ignoró. 

Tampoco es que te mencione en todas mis reuniones sociales, de hecho hago ejercicios para no pronunciar tu nombre nunca más, estoy casi por reprobar, porque a veces te encuentro oculto en una canción, en algún episodio de Friends, o en una de estas comedias románticas que sí terminan bien. La vida tampoco colabora para que yo logre mi cometido. 

Me han dicho que debo soltarte, es extraño porque estoy casi segura que lo hice hace cinco años cuando no corrí tras de ti y te dejé ser feliz con la que sí parecía perfecta para ti. Aparentemente no ha sido suficiente desearte el bien, enviarte luz y amarte en la distancia, creo que necesito más. Voy a ser mucho más sincera: no sé qué otra cosa hacer para soltarte. 

Ya quemé lo que más amaba de ti en terapia. 

Ya borré nuestro chat de WhatsApp con nuestra versión enamorada. 

Ya tiré tus cosas a la basura. 

Ya no escribo más sobre ti, ni sobre lo que no fuimos. 

Ya no escucho tus canciones. 

Ya no le pido a la luna volver a verte. 

Ya no te espero de regreso en mi vida. 

Aún así te apareces de vez en cuando convertido en un pensamiento nostálgico que se niega a abandonarme. Y es ahí cuando me vuelves a doler, ¡y vaya que dueles! 

Confieso buscar tu nombre en WhatsApp, escribir un saludo improvisado con algún mal chiste que disimule el nerviosismo que provocas en mí. Siempre lo borro con precaución de no darle “Enviar”, ¿te imaginas? Capaz así volveríamos a hablar, pero pienso que si tu no me escribes es porque no quieres saber de mí. Me salgo del chat.

Fuimos tanto y nada a la vez, que hace que duela un poco más, ¿no crees? No puedo llamarte ex, ni siquiera nos cuestionamos esa categoría, la conversación siempre estuvo en lo que no podíamos ser, más no en lo que sí. Es muy claro todo, sé que ya “nuestro tiempo” fue y lo intento, pero sigues visitándome en sueños. 

Me mudé, ya no vivimos cerca, renuncié a la esperanza de encontrarte de nuevo como todas esas veces que te vi y me oculté por miedo, por verte feliz sin mí, no soy tan valiente como me crees, no cuando se trata de ti. Tengo una vista hermosa que siempre me regala las mejores tomas de esa luna que alguna vez nos iluminó, estoy segura de que te gustaría. 

Han pasado tantas cosas en las que he querido llamarte, pero entiendo que no debo, que son mis temas y que es probable que no te importen. Sí, sé que eso no lo sé, que no debo asumir pero pensar que no me piensas ni me extrañas me ayuda a alejarte un poco más, me da motivos para seguir sin la esperanza de que nuestros nombres vuelvan a estar en una misma oración y que no se refiera a que ya no estamos juntos. Lo creas o no, me ayuda mucho, aunque esta carta demuestre lo contrario. 

Es difícil aceptarlo, ¿sabes? Todo el mundo habla de cómo amar pero nadie te dice cómo dejar de hacerlo, solo te llenan de ciertas herramientas para que te priorices en tu vida, pero hay amores que no son manipulables por la psicología, porque déjame decirte que si en mi poder está dejar de hacerlo, digo en este momento: ¿dónde firmo? No creas que amo amarte y que soy una masoquista que disfruta de este dolor, sabes que no soy así, sabes que mato a la culebra por la cabeza y que es probable que no conozcas una persona más desprendida -emocionalmente hablando- que yo. El problema es que se trata de ti. 

En una de nuestras tantas despedidas dijiste: “Esta vez quiero hacerlo bien”. Me considero una persona muy inteligente, asertiva y capaz de descifrar lo indescifrable, menos cuando se trata de ti. ¿Qué quisiste decir? Tampoco lo pregunté, no quise incomodarte con presiones innecesarias que se fueran a malinterpretar como presiones reales. Pero me pregunto ¿qué quisiste decir? ¿Hacerlo bien con respecto a qué? ¿A ti? ¿A mí? ¿A nosotros? Esta última es bastante improbable, la última vez no quisiste ni mirarme a los ojos, supongo que fue tu manera de confirmarme que entre tú y yo, ya no existían miradas que hablaran de nosotros. 

¡Eso sí que duele! 

Hace años, en medio de mi desamor mal canalizado, escribí que no era nuestro tiempo aunque fuéramos el uno para el otro, aunque el miedo se apoderara de nosotros para hacernos creer que necesitábamos mucho más de lo que ya teníamos, aunque yo te creyera perfecto para mí. Dejé plasmado en mis letras que era probable que nos volviésemos a encontrar en cinco años, o en siete, sino la otra vida nos estaría esperando para darnos una nueva oportunidad de cometer estupideces. Si eso pasa…

Prometo no huir. Prometo verte y sonreír con los ojos. Prometo escuchar y viajar en tus palabras. Prometo bailar contigo hasta la madrugada. Prometo no decirte que sí siempre, pero tampoco seré un no ambulante. Prometo construir un hogar en tus abrazos. Prometo hacer de los míos tu refugio. Prometo navegar en tus aguas sin miedo y dejarme vivir en el mar de tu ser. Prometo serme fiel a mí, para serte fiel cada día. Prometo apoyarte en todos tus sueños, en los locos, los absurdos y en los risueños. Prometo creer en ti, en mí y en nosotros. Prometo protegernos. Prometo no rendirme y vivirnos aún con miedo, porque tú siempre has sido y serás mi paz. Prometo amarte sin razón y con razones. Prometo ser tuya en esa y en todas las vidas siguientes. 

Ya no sé si habrá un nosotros en esta vida, todo apunta a que no. No es tan grave, creo yo, podrían existir otras vidas sin ti, eso sí no lo soportaría. Ser tu alma ¿gemela, le dicen?, me hace entender que tenemos que aprender de esto, tú de mí y yo de ti, todo apunta a que no lo estamos haciendo muy bien, pero decido creer que lo estamos haciendo lo mejor que podemos, ¿o no? En fin, si no son 7 años, que sean en diez, o en los que el universo determine, ya entendí que este amor por ti es de largo aliento, no es un suspiro que se va al amanecer, sino que se queda contigo respirando lento y te acompaña todas las noches. Es lo que es, ¿qué le vamos a hacer?

Lamento haberte llamado ogro cuando fuiste todo, menos eso. Si lees esta carta, las disculpas que te ofrezco son sinceras y pido a la vida que me permita resignificar tu esencia, todos lo que me lean deberían conocerte tanto como yo y amarte tanto como yo lo hago, porque eres digno de ese amor. 

Las historias siempre comienzan con el documento en blanco, pero la nuestra venía prescrita por las estrellas. No tuvimos otra opción, es magia, creo yo. Sin embargo, no hay mucho que pueda hacer más que desearte lo mejor, mucho amor, luz y vida en tu camino aun cuando lo recorres sin mí, quiero verte en la cima, sonriendo con el hígado, celebrando con el alma, lográndolo como siempre supe que lo harías. No hay más opción que seguir. 

No sientas pena por mí, estoy bien aunque mis letras puedan confundirte, aprendí a vivir amándote sin tenerte, en la distancia y en libertad, sin poseer el control de una relación con fecha de caducidad, como la mayoría de las que conocemos. Estoy bien aunque te extrañe, aunque sí, a veces, necesito tus abrazos, aunque preferiría que fuese distinto si pudiese escoger, pero entiendo que el universo tiene sus mañas y ya veremos qué pasa. Por lo pronto tenía que escribirte, porque me estaba ahogando con esto que es para ti. 

Deseo tu bienestar hoy y siempre. Sé que la luna nos ilumina y nos guía por buen camino. Sobra decir que te amo, que lo haré siempre, en esta y todas las vidas. Que eres el mejor hombre que he conocido, que te llevo conmigo en cada escrito, que me inspiras aún sin saberlo y en los días en los que me cuesta creer en mí, recuerdo lo mucho que tú estás seguro de que lo lograré.

Voy a dejar esta carta en punto suspensivos, porque te juro que aún con toda la madurez emocional que hoy me embarga, prefiero no ser yo quien coloque el punto final de esta historia. Que las estrellas te cuiden…