¿Realmente se nos va la vida cuando esa persona ya no está en ella? ¿Qué es lo que nos hace creer que no vamos a poder superar ese dolor si gran parte de nuestra existencia la hemos vivido sin esa persona? ¿Es amor? ¿Es apego? ¿Es dependencia? Quizás esté escribiendo desde el sesgo de ser una mujer acuariana que creyó no haber sentido ese amor, apego o dependencia por nadie. De hecho, siempre me cuestioné mis sentimientos, porque ¿cómo es que puedo querer a alguien y estar perfectamente lejos de esa persona? Hoy quiero cuestionarme el despecho por desamor.

El desamor es una cátedra que muchos rechazamos porque el concepto que tenemos de esto es casi apocalíptico, la autodestrucción de todo lo que somos por culpa de todo eso que perdimos. Pero ¿realmente es por “amor” que nos sentimos así? 

Te voy a contar parte de los aprendizajes de esta servidora que ha “fracasado” en el amor desde 1995, sé que a veces escribo un poco largo, pero leer no nos hace daño, bebé, así que ponte cómoda que se vienen cuentos buenos. 

He padecido de despecho por (des)amor dos veces en mi vida y sé que estarás preguntando cómo es posible si a lo largo de mis treinta y tantos años he tenido varias relaciones que no solo fueron serias, sino largas. Ven que te cuento porque esto lo entendí después de invertir mucho tiempo y dinero en terapia, así que te lo ahorraré.

Cuando mi exnovio me engañó con mi “amiga” en su viaje de graduación, dejé de comer por tres meses, fue la única vez que estuve por debajo de mi peso ideal, escuché “Mientes tan bien” y “Que lloro” de Sin Bandera en modo repeat hasta que rallé el CD -obvio soy de la época que pasó de cassette al CD, luego al MP3, para después descargar la música en el iPod, para en un pestañear crear mis propias playlists en Spotify-, nunca en mi vida he llorado tanto por alguien y no fue porque estaba enamorada -que sí-, sino porque me quemaba por dentro que alguien que decía quererme se atreviera a lastimarme de tal forma sin mayor remordimiento. Entonces, ¿fue por amor o por el golpe? 

El amor que sentí por esa persona nunca desapareció, se transformó en una amistad de mentira que resistió hasta que volvimos a estar juntos 5 años después. Duramos poco más de un año y decidí terminar la relación porque teníamos distintos horizontes. ¿Me dolió? Me quemó por dentro de nuevo, pero esta vez no había engaños, el amor tampoco se había esfumado por la ventana, solo fue mi capacidad de reconocer que ese sentimiento que Hollywood me dijo que era todo, no era suficiente para hacer planes juntos, para caminar de la mano.  Lloré mucho menos, bailé mucho más, esta vez decidí salir con mis amigos y disfrutar de mi acto de valentía, no todos los días amaneces con la convicción de reconocer que tu pareja y tú no la dan más. 

Este despecho por desamor fue distinto

Esa vez lloré por nostalgia, lamenté no poder seguir a su lado pero tenía que escoger entre nosotros y yo, y me escogí a mí, así que no sufrí. Este fue despecho de desamor por él, pero fue uno de amor, pero hacia mí. 

Podrías dedicar: Carta de (des)amor sin remitente disponible 👈🏻

Después de esa relación estuve con la persona con la que me casé. Este fue un amor muy distinto. Cuando me encontré con él era una Eunice que se estaba convenciendo de que era muy rara para este mundo en el que no lograba encajar, porque fue difícil encontrar a alguien con quien poder fluir tal y como soy: obstinada, terca, ermitaña, sensible pero con carácter, de carcajada estridente y llorar silente. Alguien que me escuchara hablar de mis sueños y le brillaran los ojos porque no pensaba que era una estupidez, ni me trataba de convencer que era mejor hacer algo “más seguro” porque creería tanto en mi genialidad que se convencería de que mi éxito era un hecho. También respetaría mi forma de amarlo y compartiríamos el camino sin querer obligarnos a abandonar nuestra esencia. Obviamente, esta persona soñada recibiría lo mismo de vuelta.

Cuando me separé de mi exesposo sufrí por varias razones, 98% no se basaron en amor. La vergüenza era el sentimiento que más imperaba dentro de mis emociones del momento, me sentía tan mal con mis decisiones, con lo que soporté, con la persona en la que me convertí estando con él. Esa fue la primera vez que comencé de deconstruirme, desde la rabia y el asco que sentía hacia mí. Sí, suena horrible pero es real. 

¿Pensé en regresar con él? ¡Obvio que sí! El constructo social sobre la familia funcional lo llevaba tatuado en mi cerebro, de hecho fue la razón por la que me casé, para no vivir en pecado y huir de mis propios demonios. Tardé poco en mi estupidez, porque a los seis meses me separé y ahí comencé el trabajo de desapego, no era amor, yo lo sabía, pero es MUY fácil decir un “te amo” escueto, sin sentido, acompañado de una lírica que haga creer que es más real que la espada de Bolívar. 

Sí, escuché algunas canciones que motivaban el asco de mi miserable existencia, fue uno de esos despechos que te da más rabia que dolor de perder a esa persona. Perderlo fue un favor. Aunque años después supe que nunca fue mío, lo que hizo mucho más fácil terminar de desprenderme de esa historia de terror. Este despecho fue conmigo, porque había perdido a la persona más importante de mi vida en el camino: YO.

Me ha costado años recuperarme de ese amor, de los vestigios que dejó en mí, de las heridas, cicatrices, miedos y la incapacidad de querer volver a confiar en alguien, ni siquiera en mí. Este despecho fue de apego insano en su máximo expresión.

Después llegó mi ex actual. Una persona con la que no quería estar -por un sinfín de razones que después podré contar-, alguien con quien solo logré acompañar mi oscuridad, sin poder brillar de verdad, sin poder vibrar alto. Esta fue la primera vez que viví, en plena consciencia, eso que dicen que una mujer se va de una relación mucho antes de irse, porque este despecho lo viví con él, ahí durmiendo en la misma cama, siendo unos perfectos extraños que no se atrevían a soltarse por miedo a perderse en esta vida de coincidencias. Creo que ha sido el más difícil porque no fue un despecho de desamor, sino uno de dependencia tóxica.

Eu pero ¿tú tan fuerte hablando de dependencia? Una cosa no tiene que ver con la otra y la fuerza no actúa en detrimento de la dependencia, de hecho, puede ser usada a favor. Te explico qué fue lo que pasó…

Un evento fortuito hace más de cinco años, me dejó movida emocionalmente pero como mamá soltera y migrante jamás me permití un tiempo para sentir ese dolor, fue como cuando te enfermas pero tienes tanto trabajo que decides postergar la visita al médico y un día caes tendida en el piso porque la enfermedad ha avanzado tanto que colapsaste, bueno, fue lo mismo pero con emociones. Emociones que reprimí y que creí haber superado porque, tal y como yo decía, no tenía tiempo para deprimirme. 

En medio de mi imposibilidad de entender qué estaba pasando conmigo, decidí volver a terapia para darle respuestas a todo eso que mi mente, a media noche, comenzaba a cuestionarse. No tardé mucho en comprender qué era lo que pasaba, las razones -absurdas- por la que estaba metida con alguien que no solo no me quería, sino que no me merecía, pero era tanto mi miedo y mis ganas de forzar mi caja de vida, que no me daba por vencida, cuando era obvio que había perdido la carrera antes de comenzarla. 

Terminé la relación para empezar a ser coherente por primera vez en mi historia, para respetar mi luz y mi energía y porque de manera muy consciente sabía que no quería seguir ahí. Me costó mucho salir, debo destacar, quise creer muchas veces que si aguantaba más podría funcionar, pero ni yo soy tanque de guerra para aguantar, ni un zapato 36 entra en un pie 38. Así que me fui y lloré… lloré de paz, de culpa, de alivio. Este fue un despecho corto y más llevadero, ya traía experiencia en mi bolso.

Ah pero entonces tú no has amado a nadie, vale… 

Suena y se lee HORRIBLE, pero es la verdad porque es imposible que ames a alguien cuando eres incapaz de amarte a ti misma, cuando eres un cúmulo de inseguridades, traumas, patrones tóxicos, carencias y una falta espantosa de respeto hacia tus creencias, valores, convicciones y sueños. ¡Así es mentira que amas a alguien! Solo te apegas, solo te vuelves dependiente de esa energía que crees que te suma, pero que en realidad te apaga.

Yo los quise a todos y todos me gustaban, no fue que no los amé por ser acuario con ascendente en tauro, no. No los amé porque no me amaba y aunque grité a los cuatro vientos que sí lo hacía, solo puedo decir que soy muy buena vendedora. 

Entonces ¿nunca has amado? 

Sorprendentemente sí y también ha sido la única vez que puedo asegurar que me despeché por no vivir ese amor, no porque lo idealizara, necesitara o dependiera de él. Esa persona de la que me enamoré lograba que yo me amara y creyera más de lo que jamás había creído en mí. Por eso me enamoré. 

Lamentablemente, no estaba consciente de ese proceso y como soy una persona para nada espontánea, racionalicé todo y quise explicar lo inexplicable.  

Cuando se alejó no sentí que mi mundo se acababa, pero sí sentí un dolor diferente, no era de esos que te quitan el hambre o te hacen odiarlo, no, fue distinto. Fue un dolor que se metió en mis venas, viajó por mi cuerpo y llegó a mi corazón dando golpecitos suaves que de vez en mes hacían pensar en cómo hubiese sido nuestras vidas de yo ser más valiente, de él ser menos cobarde. 

Este amor se transformó en amor. No se fue. No se ha ido. Es de esos amores que describen las novelas de antaños que quedan detenidos en el tiempo, sin secarse, sin morir, que vive alerta esperando algún descuido de la vida en el que pueda volver a entrar en acción y vivirse de manera genuina y sin miedo, sin pensar en el mañana porque es el hoy lo que importa, aunque sabes que sería feliz si cada día despiertas a su lado. Bueno, en mi caso todos los días es mucho, capaz 4 de una semana de 7.

Porque sí, hay amores que no se van, hay amores que no mueren, hay amores que inspiran canciones, películas, homicidios, libros. Hay amores que se quedan en tus venas, que aunque no estén ahí contigo, bombean sangre y luz a tu vida, que te hacen brillar más y bonito porque la conexión pasa de lo terrenal, porque no necesita estar ahí para que sepas que cree en ti.

El amor que te hace amarte más y mejor es el que es. Lo demás son relaciones espejos en las que buscas reafirmante algo que no llegará a ti sino trabajas en esos temitas del inconsciente. Son esos amores que hacen despecharte desde el apego, la dependencia y el control, porque no quieres arruinar los planes que tu mente hizo, porque aún tienes fe en alcanzar esas expectativas. 

Lo más curioso es que aún cuando ese fue el único amor de verdad por el que sí me despeché, nunca me tiró para abajo, sí sentí nostalgia, tristeza y en algún momento creí que podría ser de nuevo, pero jamás me hizo sentir como yo no era suficiente para brillar. Cuando lo sentí fue por mí, no porque él hiciera algo que me hiciera pensar en eso. Así que si lees esto, gracias por hacerme entender que soy una estrella. Además, canté muchísimo, algunas veces llorando y otras veces bailando.

Y a ti que llegaste hasta aquí, tengo varias puntos resumen que recordarte y con los que quiero que te vayas a reflexionar todos tus despechos:

  1. Nadie muere de amor, porque el amor es energía y esta se transforma, tú decides en qué… 
  2. Es imposible amar a alguien si no te amas a ti mismo de forma sana, así que es tiempo de sincerarse: ¿de verdad fue amor?
  3. El despecho no tiene que ver siempre con el amor, puede relacionarse incluso a la rabia que sientes cuando das mucho a alguien que no merece nada. 
  4. El amor es real, existe y es poderoso, pero no es lo único que necesitas para que una relación funcione. 
  5. Mereces un amor dulce y bonito, que te haga brillar como estrella, pero llegará cuando sanes y te convenzas que lo mereces. 

Bonus track: vive tus duelos, todas las etapas son necesarias para avanzar. Reprimir tus emociones no sirve de nada, si quieres a alguien díselo y si lo dejaste de querer también, te lo van a agradecer.

Debemos trabajar en eliminar esa idealización que tenemos del amor, es la única forma de comenzar a vivir relaciones que no solo serán más reales, sino que te harán ser tu propia constelación de estrellas. Lo merecemos. 

Cuando todo acabe no preguntes por qué, evita la autoflagelación, llora y suelta ese dolor que se siente al perder a alguien que quisiste -o quieres mucho- porque sí duele, pero duele más quedarse dentro de un bucle que nos impide avanzar ya sea porque guardamos la esperanza de que regrese o porque no aceptamos que no pudo ser. Lo único que te puedo recomendar desde mi ignorancia, pero con expertise de amores fracasados, es que cuando llegues a ese punto, identifiques por qué te duele tanto, si de verdad es por amor o por algo no tan sano que hace que no sueltes eso que te lastima.Clave: ¿es despecho por desamor o por amor?

Al principio creerás que no podrás vivir así y te costará imaginar la vida sin esa persona con la que se supones que tenías que vivir “feliz y para siempre”. Dejarás de comer mientras el olor a lasagna recién servida te recuerda a él; también creerás que el amor no se hizo para ti, que es imposible que vuelvas a siquiera sentir algo parecido por alguien más, que en temas del amor te declaras incapaz y que ahora serás una loba que no llora, que no siente y que nunca más volverá a ser vulnerable con alguien. 

Pero todo pasará, te prometo que pasará. Además, existe la probabilidad de que ese despecho sea por amor y tú tienes el poder de transformarlo en una energía bonita que acompañe a esa persona que una vez amaste. Así, de a poco, volverás a cantar canciones menos deprimentes. I promise U!

Sigo reflexionando sobre esto, muchachxs, mientras hago nuevos hallazgos gracias a las terapias, sigo escribiendo.

Por cierto, si quieres enterarte de chismecitos basados en mis fracasos amorosos, anda acá 🔥