Es durísimo darse cuenta que amar pasó de moda y que podrías ser la nueva new nerd del grupo si propones el tema del amor en alguna reunión social. Obviamente soy la amiga “osito cariñosito” de todos mis amigxs, la testigo de Jehová cuando de predicar amor se trata, la misma que no le pierde la fe a la fuerza más poderosa de todas, esa a la que no le importa no estar a la moda, con tal de que cada día sean más lo que apuesten por la locura de amar y ser amados. 

¡Una locura! Sí, porque es una apuesta que probablemente pierdas, pero calma que perder en el amor también es ganancia.

No quiero que sigas leyendo creyendo que en algún momento te revelaré un secreto para que esx que no te amó, vuelva a ti dispuestx a entregarte su vida entera, porque el amor en el que yo creo y defiendo, no funciona así. 

Creo que lo he dicho antes, crecí en una familia que probablemente no sea el mejor ejemplo para hablar de amor, porque estaríamos defendiendo un matrimonio desgastado, hipócrita y que no se mantenía por amor, sino por apariencia. El crecer dentro de una familia así de (dis)funcional nos hace tener una idea errada de lo qué es el amor, porque nos acostumbramos a normalizar la idealización, los engaños, las infidelidades, las ausencias, las humillaciones, la pasivo agresividad, todo eso que nos hace daño pero con un “perdóname, te amo, no volverá a pasar”, deja de existir. 

Me costó años construir y entender mi propia visión del amor, aceptarla para poder hoy contarla. Me costó lágrimas de sangre producto de relaciones fallidas; me costó ser testigo de relaciones de personas importantes, que nunca debieron pasar; me costó el silencio cobarde de creer que el amor todo lo puede y que es lo único que necesitamos para lograr esa relación que nos prometieron. Me costó incluso, perder la oportunidad de amar de verdad.

Soy parte de una generación rota, una generación que no quiere creer, en la que algunos deciden no sentir y otros deciden engañar(se), otros muchos apostamos por, al mejor estilo de los japoneses, juntar esas partes con finas lineas de oro. Seas del team que seas, en general, somos la generación que no quiere priorizar el amor hacia otro(s), sino que apostamos por aquello que sea más funcional, lo que pueda ayudarnos a mantener esa fachada que por constructo social creemos que es lo “normal”. 

Lo más extremos deciden quedarse solos porque se convencieron de que el amor no es cosa de ellos, es un pérdida de tiempo y de enfoque, porque cuando eran pequeños y necesitaban ser amados, fueron desprotegidos de tal forma que aprendieron a vivir salvándose a sí mismos, sin necesitar a nadie más, así que ¿para qué perderse en eso de amar?

Hace años iba camino a la universidad y mi exesposo -mi novio en ese momento- me dio una de las enseñanzas que más atesoro hasta hoy día. Era una tarde hermosa, recuerdo estar en el semáforo, esperando la luz verde, cantaba mientras admiraba la majestuosidad del río que rodeaba la ciudad, entre dos edificios inmensos y con un sol imponente como escenario. Él le bajó a la música, -sonaba Hey soul sister de Train-, sin mucha previa me dijo: 

– ¿Has pensado que a veces esperamos cosas que los otros no nos pueden dar? 
– ¿Cómo así? ¿A qué te refieres? 
– Por ejemplo, nosotros, tú a veces esperas de mí un amor que yo no creo que pueda darte ni hoy ni nunca. 
– No digas eso, todos podemos amar. Sé que crees que a veces amar no es para ti, pero yo he conocido la versión de ti que lo hace y es hermosa. 
– Eu, nadie puede dar lo que no conoce, si yo no conozco el amor sincero y genuino, será difícil entregarlo de vuelta, aunque lo esté conociendo contigo. 
– El que lo conozcas conmigo entonces cuenta. 

MI YO Y MI NOVIO CONVERSANDO EN EL 2013

Mi versión de antes era positiva a todo lo que da, quizás rayaba en lo tóxico, porque le apostaba tanto al amor, que me negaba a creer que existían personas que se resistieran a él. Mi matrimonio no funcionó, por ene cantidad de razones, pero él sabía lo que decía cuando me aseguró que no podía dar(me) lo que no conocía, creo que yo también lo sabía, pero a veces la fe nos ciega haciéndonos creer que, como Lázaro sí se levantó de la muerte, nosotros vamos a poder salvar lo insalvable. 

“Nadie puede dar lo que no conoce”

Somos una generación que no sabe amar y dudo que las anteriores sean más entendidos en el tema que nosotros, porque somos consecuencia de sus patrones generacionales, heredados por siglos, esto no es novedad. Y es que como sociedad hemos hecho todo mal, hicimos norma lo que va en contra de nuestra naturaleza, nos creímos superiores a nuestros instintos e intentamos dogmarlos. 

Las primeras atracciones entre humanos surgen por procesos químico-biológicos que hacen que esa persona active nuestra necesidad de apareamiento. Según los griegos, estaríamos hablando del amor Eros, el amor de película, ese que hace que camines por el altar y construyas una vida de apariencia perfecta. Ese mismo que no surge por un cruce de miradas, aunque nos hayan hecho creer por años que es así. Lo que nace en ese momento es el deseo de querer que la otra persona choque su cuerpo desnudo una y otra vez contra el nuestro, convirtiéndolo en solo un ente de acción lujuriosa. Es deseo y pasión. Es todo, eso no es amor del que tú crees, es sexo. 

Pero imagínate si nos hubiésemos quedado cogiendo libremente como si fuésemos monos salvajes, ¿cómo seríamos la raza superior? ¡Por eso inventamos el matrimonio! Y no solo eso, sino que lo hicimos negocio y luego lo convertimos en una unión legal, porque no bastaba el collar ese de flores que simboliza el vínculo eterno, noooo, hagámoslo legal y cobremos el doble el día que quieran romper el sello divino del “felices para siempre”. 

Entonces, amar para nosotros -.en muchos casos- es sinónimo de “(in)felices para siempre”, porque son contados los matrimonios que denotan ese amor bonito que nos hizo soñar alguna vez. En mi caso, de mis amigos no puedo decir que alguno sobrevivió a ese mar tormentoso de engaños y mentiras, quizás sus papás se mantengan juntos, pero unidos, no lo creo.

Existe la posibilidad de que se malinterpretara a Ágape, ese amor incondicional que se ve reflejado en Jesús, en el sacrificio, en el dolor, en el “dale que yo aguanto” y justo por eso creemos que el amor todo lo puede, el mismo amor que va más allá de la lujuria y que se ve reflejado en las películas y novelas con las que crecimos. Pero cuando llegas al 2023 con treinta y tantos y una lista de amores fallidos, te das cuenta que es mentira y que el amor por sí solo puede poco o nada. 

Me da miedo amar

Somos la generación que destapó la olla de la salud mental, el amor propio y el vivir la sexualidad libremente en otras versiones. Ojo, no digo que antes no existieran o se hablaran, solo que somos ese puente generacional en el que pasamos de saber poco a estar expuestos a constantes bombardeos informativos que no sé si son buenos o malos, pero que nos permiten discernir los temas con un poco más de perspectiva. 

Obviamente habrá personas que decidirán quedarse con las gríngolas y por más acceso a la información que haya, van a preferir no ver nada. Está bien, es normal, es parte del equilibrio. 

Nos cuestionamos todo, mucho y nada 

En mi caso, me cuestioné siempre las relaciones y las formas de amar, sin saber ni entender mucho, porque me parecía absurdo hablar de amor y no sentir esa energía mágica que nos envuelve cuando el amor de verdad está presente. He comprendido que todas las veces que se habló de este sentimiento, había más costumbres, patrones, imposiciones sociales, miedos, carencias afectivas, mucho del “deber ser”, prejuicios, cualquier cosa, menos amor. 

Obviamente no tenemos referencias sanas de cómo vivirlo, lo poco que conocemos está empañado por algo que se aleja de esto, nos quedamos anclados a una idealización de la fase del enamoramiento, a un “si coge rico”, al amor lúdico, juguetón y divertido, sin pensar en nuestra poca valoración para saber decir “merezco algo mejor”, porque sí, somos animales, pero somos más que sexo, no somos monos. Y te juro que mereces un amor dulce y bonito, que coja rico y abrace sabroso.

El amor no está de moda

Si hablamos de parejas, hoy día el amor no está de moda, es mejor enfocarse en el “fluyamos”, “no quiero nada serio”, “el amor no es para mí”, nos olvidamos del trabajo que hicieron los griegos por clasificar este sentimiento para evitar confusiones y en el siglo XXI la tuviésemos clara. Aunque reconozco que la philautia -o amor propio- está tomando protagonismo actualmente, tanto en hombres como en mujeres, cada día son más las personas que se priorizan y comienzan a trabajar en sí mismos para sanar sus heridas y apostar por una vida más libre de prejuicios que ni siquiera nos pertenecen. Esto me alienta, me hace creer que podemos vivir sin estar a la moda.

El tema es que después de ese proceso de sanación te cuesta un poco encontrar a una persona en tu misma sintonía pero eso lo hablamos después ja, ja, ja. 

Antes de todo mi proceso de sanación, creí estar enamorada muchas veces, pero no fueron más que idealizaciones producto del mismo constructo social en el que estaba inmersa; solo fui otra más del montón, una “soñadora” que pensó que podía casarse y “resisitir” porque el amor da para eso. Tremenda loca. No era por amor y mucho menos del bonito que tanto defiendo. Me costó tiempo y terapia entenderlo.

Hoy somos más carne, más sexo, más “ya veremos”, más del ahora, pero no del compromiso real que representa mantenerse enamorado, nos asusta ser y estar vulnerables, lo sé a mí me pasó, y aunque el tema del “solo es carne” me sigue costando -estoy lidiando con la demisexualidad-, creo que en lo de paniquearme al sentir esa conexión que parece magia y que da un paso más allá de lo quimico-biológico, sí me saqué un 100/100.

Pero ¿por qué? PORQUE NO QUEREMOS SER ESA FOTOGRAFÍA DE FELICIDAD FALSA. 

No queremos repetir ese escenario en el que sabíamos que había todo, menos amor, nos negamos a creer que existe algo mejor para nosotros, nos resignamos y procuramos traer a la palestra el “ser openmind”, como si nuestra sociedad no hubiese conocido antes la homosexualidad, los tríos, las orgías, las fantasías grotescas, incluso ni siquiera la zoofilia es algo nuevo. Y es que nada que tenga que ver con sexo es novedoso, sino que te lo digan Adán Y Eva. Solo que ahora hay personas que se pasan por el forro del orto el “qué dirán” y viven de manera más pública sus desenfrenos, aunque los romanos no estén de acuerdo con esto, porque vaya que sabían hacer festines sexuales. 

Ya su tiempo pasó

El amor que cuida, sana y salva no está de moda y sinceramente no sé dentro de cuál categoría griega entre, porque no es solo el amor por la pareja lo que no está de moda, es que cada vez son menos los que pueden hablar de amistad real y cada día sumamos historias sobre lo decadente que es nuestra sociedad. A diario somos testigos de la indiferencia colectiva que sentimos por el dolor del que está al lado, nos lavamos las manos con un “no es mi problema” y seguimos como si la casa que está junto a la mía no estuviera incendiándose. 

Hoy tildamos de intensos a todo aquel que se preocupe por los árboles o los animales de la calle; locos son los que procuran el bien colectivo y trabajan porque nuestro paso por este planeta sea algo bonito. Amar no está de moda, y no es solo amar a mi pareja, es que amar en general nos cuesta, si tan solo entendiéramos que es la base de todo y que si bien, el amor por sí solo no puede lograrlo, cuando el amor no está, todo se siente menos. 

Nos asusta enormemente tenerlo cerca, sentirlo en nuestras manos, conocer el amor de cerquita da pánico sobre todo sino nunca antes lo vimos o nuestra idea de amor sigue estando errada. Al final, todo lo que es desconocido para el hombre, le abruma. 

En fin, no estoy ni quiero a estar a la moda, usé ese traje por años y ya no va conmigo, además soy acuariana y voy contracorriente, quiero amar cuando nadie quiere hacerlo, sin ser intensa ni pachamámica, pero creo que nos merecemos vivirlo y vivirlo bonito.

Por ahora, solo quiero que si leíste hasta acá, te cuestiones, si estás amando bonito (y recibiendo ese amor bonito de vuelta en la misma medida), y sino , ¿por qué no lo estás haciendo? Además, si sumamos a esta reflexión que la vida nace de la muerte, tal como lo planteaba Platón, podríamos decir que tu alma ya vivió y que está de nuevo aquí tratando de hacerlo bien. Y es probable que ese “hacerlo bien” se resuma en el amor, porque al final… ¡Todo es (por) amor! 

Me voy a tomar una limonada, mientras reflexiono sobre esto. Sigo escribiendo… 

Pd: En Instagram estamos creando una comunidad bonita, ahí encuentras mis frases cósmicas y mis reflexiones del día. Únete aquí 👈🏻