No sé cómo empezar, cliché, lo sé, y aunque siento que estoy terminando conmigo misma, es real, ha pasado tanto que no sé cómo presentarme. ¿Ando tímida? ¡No! ¿Desconcertada? Puedes ser, aún no entiendo qué rayos hago aquí. ¿Cuál es mi papel en esta vida? Qué carajos fui en mi pasado para estar pasando tanta mierda. Obvio sí, creo en el karma, las estrellas, las unidades cósmicas y Dios. En resumen, soy una millennial super espiritual que le pone su fe a todo en el universo con tal de saber qué onda. No cacho nada de la vida.

Es difícil tener 30 y tantos. Es decir, es una bendición, amo mi edad, pero también es una real mierda. Literal, eso es apagando las velas y prendiendo un mood en el que te duele la rodilla, la espalda, odias tu trabajo, a tu pareja, te cuestionas tu existencia y te pesa la vida. No, no estoy deprimida. Solo soy una millennial que también sube fotos a Instagram como si tuviera una vida perfecta y no tuviese una asignatura pendiente con un amor que no terminó de ser.

“Suelta, Eunice, suelta”, me digo siempre. Y te juro que lo solté. Es más, lo solté tanto que tengo 4 años sin ver cómo la luna nueva se dibuja en su sonrisa. Dios griego. Mi par perfecto. El amargo de mi dulce. El ogro de mi cuento. En fin, ni siquiera es ex -no nos emocionemos- es un amor sin nombre ni etiqueta, de esos que nos marcan la vida entera y de los que le contamos a nuestros nietos.  Lo solté y seguí errante por mi vida, porque si de algo te sabe Eu, es sobre cómo errar en esta vida y fracasar en el amor. O al menos así lo veía hasta hace nada, pero ya llegaremos ahí.

Good bye, Mamá sin dramas

La cosa es que tengo que presentarme de nuevo y siento que debo hacerlo por varias razones. La primera es que es lo que uno hace cuando conoce a personas nuevas, también cuando uno comienza de nuevo y yo estoy feliz de que coincidamos aquí. En serio. La segunda, es que ya no soy la misma. Hace 6 años quizás hubiese partido con el discurso de la divorciada veinteañera que tardó 7 meses en darse cuenta que la cagó. La cagó horrible; que se casó por las razones equivocadas y que vivió un infierno con el ex-ex-ex, a quien sin duda amó en algún momento de la historia, a quien presumió como su príncipe de ensueño y del que huyó a 8.000 kilómetros de distancia por creer que así lo dejaría atrás.

Es probable que la Eu de hace 6 años fuese una optimista de mierda, de esas que hoy detesto, positiva tóxica, creyéndose superwoman. Una que se resguardaba en un positivismo sin fundamento porque la vida la tenía asustada y su negación fue la única forma de sobrevivir a tanta desgracia. Esos flashbacks me hacen reír, “la inmadurez es una cosa seria”, pienso. Hace 6 años no sabía cómo lograría hacerme cargo de dos vidas pequeñitas y frágiles, me dolía en el alma por no tener garantías, pero el primer muñequito sin instrucciones me vió y me convenció de que todo estaría bien.

Teinta y tantos

Hoy en mis 30’s son pocas las amigas con las que comparto la maternidad, casi todas tomaron otras (mejores) decisiones y le dieron hasta abajo, sin miedo y sin embarazarse. Pero ojo, lo agradezco, estuviese más perdida hoy si fuese mamá primeriza con tanto cansancio, tantas ganas de comerme al mundo, que estoy completamente segura de que hubiese pospuesto mi maternidad por largo rato (o toda una vida). A decir verdad, las mamás no me caen muy bien, todas son hijocentristas y NADIE habla de eso. Y si no me crees, intenta hablar con una sin que te maree con historias maravillosas de cómo sus hijos son lo mejor del mundo incluso cuando pueden incendiar una ciudad entera. 

Entonces, yo, que llamo a los míos gremlins, no encajo mucho y no es algo que busco tampoco, al menos no en la actualidad. Y si eres mamá, relájate, todas pasamos por ahí, yo también lo fui. En ese sentido, estoy rodeada de 90% de mujeres que prefieren plantas, perros o gatos antes que hijos y es lo mejor, nunca me juzgan y todas son tías geniales con plata.

Así que sí, la Eu de hace 6 años te diría que soy la divorciada, madre soltera que migró al único país de habla hispana que no habla español, ¿cachai? Que ama escribir, con miles historias por contar, que siente que todas nos podemos ayudar y que no hay cosa en este mundo que no podamos lograr. Obvio, la que cree en las estrellas, las almas gemelas y el horóscopo.

Pero Eu, ¿todo eso fue en tus 20’s? Quisiera decirte que no, pero todo eso es un resumen, mi amor, porque si algo tuve fue pasión por fracasar en las relaciones amorosas, lo que me hizo cuestionarme muchísimo mi comportamiento y el de mi generación. Busqué respuestas en la psicología ¡OBVIO! Porque nada mejor que una buena terapia y andar por la vida con estrellitas invisibles por lograr dominar a tu ego y comenzar a sentir cosas más mortales. Pero, ¿qué te diría la Eu de hoy? Ese es el reto, tenemos que descubrirlo, porque a la vieja, como ves, la conozco bastante bien.

Frente al espejo

Es difícil esto de (re)conocerse. Está en boga y todo el mundo anda en una constante búsqueda del «quién soy» y perdón por generalizar, es una mala costumbre, si tú estás claro(a), felicidades. Conozco a mucha gente que vive arrepentidísima por decisiones horribles que tomaron hace 10 años y creo -por no decir que estoy convencida- que Disney y Hollywood tiene el 70% de la responsabilidad. El otro 30 es falta de sentido común.

La Eu del presente te diría que te mintieron, que no hay final feliz, ni príncipes, ni castillos; que no hay cuerpos perfectos, ni amores eternos, que los humanos hacemos daño y que el mundo tiene más oscuridad que luz. También te diría que llorar no es de débiles, que pedir ayuda no te hace frágil, que si te faltaron abrazos, seguro hay alguien buscándote para dártelos; que lo que te dijeron que debía ser, probablemente no sea.

Sin embargo, te invitaría a confiar… sí, a confiar en ti, en que hay una fuerza en tu interior tan grande que te vuelve capaz de lograr cualquier cosa que te propongas, que tienes la luz que el mundo necesita, que eres imperfecta(o) pero que eso te hace hermosa. La Eu de treinta y tantos te diría que ames sin miedo, con intensidad y aunque dure poco; aunque termine y no tenga el final que te prometieron, te atrevas y hagas eso que te aterrada porque te van a criticar.

Creo que me gusta más esta Eu.

Y sí sé que aún no me presento, pero es que todavía no sé quién soy, la información que tengo por los momentos es: diosa acuariana, con altas probabilidades de éxito en el mundo artístico, amante del tequila seco, sin sal ni limón, hogareña, enamorada y con ganas de escribir. También descubrí hace poco que por fin estoy lista para aceptarme, amarme y en consecuencia, recibir amor dulce y bonito. Más allá de eso, no sé qué más agregar. Es como cuando preguntas por el estatus de tu visa en cualquier país latinoamericano: estamos procesando su información, consulte más tarde.

Ahora sí, mucho gusto

En el 2021 tuve una crisis, la primera de muchas. Me vi en el espejo por primera vez en 4 años y no me reconocí. Vi un cuerpo que no era el mío, un rostro diferente, había una persona ahí enfrente pero no era yo. No había amor, luz…o vida. Quizás en temas de identidad civil sí era yo, pero en esencia estaba modo off. Al verme y no reconocerme reventé en llanto. Se supone que yo había empezado una nueva relación con la comida, estaba haciendo ejercicios, cumplía con mi rutina de skincare, dormía 8 horas, tenía un trabajo genial, gente que me amaba… ¡todo! Pero estaba ahí, frente al espejo, en un one to one y no me reconocí. Algo estaba mal. El discurso de amor propio falló pero por mucho. 

Creo que así andamos muchas, medio desconcertadas, tratando de digerir esta realidad que no tiene que ver con lo que nos vendieron (y compramos) en la que vivimos amores insanos, en la que somos crueles con nosotras y nuestros pares; en las que tenemos más prejuicios que ganas de vivir y en la que tergiversamos la historia para justificar yo no sé qué, en lugar de escribir nuestras propias versiones, a lo bien, a lo memorable. Sí, creo que ando perdida, no encuentro la factura para el reembolso, solo quiero empezar un nuevo viaje que me permita  (re)conocerme. Y en ese proceso (re)conocernos como eso que somos: mujeres con power.

(Suspiro esperanzador de que sí lo vamos a lograr, take it easy).

Aquí vamos de nuevo

Por esa razón es que dejé ir a Mamá Sin Dramas, el blog que logró poner el tema de lo desgastante que es ser mamá dentro de la conversación, hablar del divorcio como un triunfo y no un fracaso, transparentar las dos caras de la violencia de género, de el proceso migratorio siendo mamá soltera y el que me permitió canalizar el miedo de sentir el amor genuino hacia un hombre con el que no pude ser honesta. 

Mamá sin Dramas es el capítulo de mi historia en el que realmente no sabía qué hacer, no tenía claridad de nada que no fuese sobrevivir y cuidar de mis hijos, viví en modo automático, así… en pasado. Hoy me despido con amor de esa versión y me quedo con lo mejor de ella: mi fuerza, valentía, honestidad y mis infinitas ganas de lograr mi sueño, que ya no es que me publiquen porque escribo bonito, no, ya eso fue, sino poder compartir mi visión del mundo para poder ayudar a todas aquellas personas que, como yo hace seis años, viven una vida de traumas, miedos, amores rotos y asignaturas pendientes.

Hoy todo será más a lo TIPONICE

Mucho gusto, soy Eunice, pero todos me dicen Eu. Tengo mucho que contarte sobre (des)amores, ser mujer, ser mamá, mis(nuestros) traumas millennials, emprender, seguir tus sueños y cómo una vez amé a un piscis. Me quedé atrapada en los 90’s. Bailo sola, pero amo hacerlo en pareja. Soy fan del reggaeton viejo. Canto como Shakira (eso creo yo), amo la soledad, el silencio,  jugar UNO, Scrabble y tengo 90% de victorias en Monopolio. Mis hijos no son mi motor, pero sí todo el resto de la máquina. No quiero volver a ningún lugar que creí que era el correcto, quiero llegar al fin al lugar en el que merezco estar, viviendo un amor merecido, mutuo y hermoso. Diosa acuariana siempre. 

¿Quieres venir conmigo en este viaje? La estamos pasando increíble.