Cuando eres joven idealizas la adultez, crees que a los 30’s tu vida estará lista para ser fotografiada y colocar el porta retrato en la sala de la casa. Es probable que si eres hijx de la generación de padres que en esa década estaban casados, con hijos, doctorados, 5 autos, 4 propiedades, un perro y con la posibilidad de viajar todos los años a diferentes lugares, creas -o sientas la presión- que debes lograr lo mismo. Pero cuando cumples treinta y tantos, todo cambia.

Hoy tú, como yo, a tus treinta y tantos, lo más seguro que tienes es la terapia cada lunes a las dos de la tarde con tu psicólogx.

Este blog es un pedazo de mi vida y cómo veo el universo, así que bienvenidx a mi mundo 🌎🫶🏻

Febrero es mi mes, es justo cuando empieza mi año y cuando siento que renazco como ave fénix. Algún plan mágico tiene el universo conmigo sino ¿por qué otra razón me haría acuariana? Tengo pruebas y cero dudas. 

Antes de mis 30’s vivía emocionada por mi cumpleaños, feliz por sumar vueltas al sol, pero sin detenerme a comprender y sentir de verdad la vida que estaba viviendo.

Después de dos años en esta década -porque en mis 20’s tuve reaccionar más que analizar – he comprendido que ese cuento que me vendieron sobre la vida adulta y cómo debía vivirla no está en sintonía con mi realidad porque todo cambió, nos estamos cuestionando “la normalidad” y nos comenzamos a priorizar.

Al menos mi versión 2023 lo está haciendo y mi entorno también. 

Es que si lo piensas, ¿qué sentido tiene querer replicar “fórmulas” de vida que estaban en vigencia hace 30 años cuando ser homosexual aún se consideraba pecado? Siento que es un error apostar por tener una realidad que no corresponde a nuestro tiempo.

De pequeña nunca deseé ser mamá ni estar casada. Mi Barbie siempre viajaba por el mundo con su auto fucsia convertible mientras tenía una relación a distancia con Ken. Soñar estar casada con hijos, perros y rejas blancas fue algo que no hice. Tampoco fui fan de Disney, las princesas no eran algo de mi interés, los príncipes rescatistas no eran -ni son- mi onda. 

Sin embargo, la cultura y la presión social hicieron mella en mis decisiones, porque aunque mi sueño era ser periodista de guerra e irme a vivir a Nueva York para escribir mis historias desde algún tranquilo departamento en Manhattan,  cambié mi roadmap por un matrimonio que duró no más de seis meses y una maternidad que vivo en solitario desde el primer momento. 

¿Por qué? Porque en algún punto la normalidad en la que crecí, pudo más. 

Para qué te digo que no, si sí.

No tengo casa propia, me niego a comprarme un auto -al menos hasta que supere mi trauma post choque-, hace más de un año sumé otro ex a mi lista de amores “fallidos”. No tengo mascotas, me rehuso a siquiera imaginar que debo dejar de dormir en el medio de la cama para compartir el lado izquierdo de ella con alguien que no sé si roncará o le molestará que muchas veces escriba hasta las tres de mañana. 

Mi profesión tampoco es mi pasión, no me veo envejeciendo en este mundo, pero soy muy buena y me permite construir las bases necesarias para dar algunos saltos de fe.

Es decir, mi vida es CERO lo que mis papás esperaban de ella. Tampoco es lo que yo esperaba ser a los treintas. 

No estoy en zonas de guerra reportando la maldad del hombre, tampoco manejo un convertible y no quiero una relación ni cerca ni a distancia, menos con alguien que en apariencia, le gusta el género opuesto. No imaginé ser mamá soltera de dos pequeños que cada tanto me despiertan a las cuatro de la mañana para decirme que tienen sed, pesadillas o simplemente quieren un abrazo. Eso de vivir mi plenitud sexual a punta de aparatos que, si bien son mucho más eficientes que cualquier hombre promedio, me alejan de las caricias en la espalda que tanto me enloquecen. Te juro que no imaginé esto. 

Nada es como es, sino como crees que es

Cuando cumples treinta y tantos confirmas que la vida nunca es como la imaginas, ni como la planeas. A veces se acerca, pero hay giros inesperados en la trama que hacen que tengas que improvisar. 

Tenía muchas expectativas, proyectos y planes sobre mi vida, incluso sueños, cosas idealizadas que creo que aún pueden pasar, porque ¿quién fue que nos convenció que todo acaba en esta década? O sea, ¿no tenemos nada qué hacer a los 40’s? Estoy en muy buen tiempo y he logrado cosas increíbles.

Evidentemente el tema es generacional. Antes las personas morían a temprana edad, la expectativa de vida en el siglo XX era mucho menor que la actual, 30 años eran bastantes, podrían significar tu fin si estamos hablando de 1901. Por eso tenemos cierta necesidad de que en ese rango de edad tengamos todo listo, porque no sabemos cuándo el Señor nos invite a estar con Él y su luz nos guíe hacia ese camino. 

De hecho, para la época de la prehistoria, las mujeres tenían el desafío de sobrevivir a los 15 años, ya que la tasa de mortalidad era sumamente alta. Por eso es que la mujer que vivía más era considerada fuente de sabiduría y conocimiento. 

Volviendo al punto

Lo cierto es que hoy día cada vez toma más relevancia lo que quieres tú, en primera persona sin otras conjugaciones, si en el camino encuentras -que lo encontrarás- a una persona que comparta la misma visión, ahí será el momento, pero siento que tanto mujeres como hombres tenemos una presión social de lograr cosas que ni siquiera sabemos si queremos. Después nos hablan de fracasos por renunciar a eso que sabíamos que no era para nosotros. En fin, la hipotenusa.

La buena noticia es que el egoísmo se ha resignificado, antes pensar en nosotros mismos era sinónimo de que éramos malas personas. Hoy habla de que te preocupas por ti. 

Actualmente todo es diferente, todo se vive distinto desde el amor hasta las relaciones, incluso el trabajo. 

Hoy hablamos de trabajar desde cualquier parte del mundo con remuneraciones que antes te parecían impensables. 

Hoy tenemos un despertar de conciencia que nos permite decir “gracias, pero no”, sin tener que ofender, forzar u obligarnos a hacer cosas que no queremos hacer. 

Hoy vivimos de manera más sincera nuestra sexualidad, cada día son los hombres que se arriesgan a abandonar su masculinidad frágil y ceden ante el placentero beso negro sin sentirse homosexuales. 

También somos más las mujeres que asumimos nuestra sexualidad con una naturalidad alejada al solo «abrir las piernas”. Eso sin mencionar que aprovechamos la oportunidad de experimentar cosas nuevas, ser heterocuriosas, bisexuales, lesbianas, o cualquiera  orientación de la nueva nomenclatura.  Obvio que probar cuanto aparatico sale con la promesa de conceder orgasmos, entra dentro de esta categoría.

Entonces, ¿por qué apostamos por metas que no corresponden a lo que vivimos día a día? 

No quiero la vida de mi mamá

“No quiero la vida de mi mamá”, esta fue una frase que me dijeron hace años y me retumbó en la cabeza porque dentro de mi ignorancia de ese entonces, pensé: eres una persona completamente distinta a otra, ¿por qué replicarías una vida que no es tuya? 

Cuando cumples treintas y tantos entiendes el tema de los patrones generacionales y que probablemente tengas una vida que no quieres, pero es lo que aprendiste como “normal”, es lo que te enseñaron a desear, es lo que tocaba, es que porque sí, ¿no? 

Nadie nos enseñó a cuestionar nada.

De hecho, nuestra estructura social está armada para no cuestionar porque las cosas tienen un por qué irrefutable aunque haya matices, aunque desde otra perspectiva la cosa pinte distinta, aunque tú en el fondo sientas que no corresponde. 

Y lo peor es que el cuestionar es algo muy necesario para generar cambios reales.

¿Esto es lo que quiero? 

¿De verdad me siento cómodx así? 

¿Podría hacerlo diferente? ¿Cómo? 

¿Y si intentamos esto en lugar de…? 

¿Según quién? 

¿Cuánto nos tomará este camino? ¿Hay más opciones? 

¿Es una oportunidad o una opción? 

¿Es suficiente? 

¿Es mi lugar? 

¿Es mi persona? 

¿Soy yo o son otros? 

¿Cómo puedo/podemos mejorarlo? 

SUMA AQUÍ TUS CUESTIONAMIENTOS

No se trata de conflictos, ni de discusiones, son cuestionamientos que nos ayudan a identificar si la realidad que tenemos es justo esa que queremos de verdad. 

Estoy segura de que nuestras mamás no se cuestionaron mucho más allá del “qué dirán”, tampoco era la época del cuestionamiento. Por ejemplo, el tema de salud mental no estaba sobre la palestra, porque éramos solo locos, incomprendidos sociales que habían venido con fallas de fábrica. 

Si hoy todo es distinto, ¿por qué entonces queremos lo mismo? 

Me costó 32 años comprenderlo: tengo la vida que creo, creo la vida que tengo. 

Cuando cumples treinta y tantos entiendes que hay cosas que están arraigadas a nosotros, tampoco quiero que creas que satanizo las relaciones o el matrimonio, porque no es así. Solo encuentro innecesario que te quedes en una relación porque sí, porque llevan años, porque hay hijos, porque tienes miedo, porque se supone que era la persona indicada, porque, porque, porque, ¡hay muchos porqués! 

Es verdad, y cada argumento será más válido que el otro pero ¿qué pasará mañana cuando llegues a una edad en la que te sientas infeliz e irrealizado? ¿A quién culparás? ¿A tus papás? ¿A la sociedad? ¿Alguna subcultura que te manipuló porque nunca la cuestionaste? 

La verdad es que tampoco quiero ser mi mamá porque ella ya construyó su vida, porque este libro tiene muchas páginas en blanco que quieren llenarse con vivencias que sean genuinamente mías, porque sinceramente son otros tiempos, incluso hasta Disney dejó de crear príncipes rescatistas y cada día reflejada más la necesidad de una generación que quiere sanarse para vivir relaciones hermosas, desde un amor dulce y bonito, un amor que entiende de libertad, respeto y compromiso. 

Cuando cumples treinta y tantos te das cuenta que todo sí está cambiando, solo faltas tú, porque la mala noticia es que si no lo haces, nada en tu vida será distinto.

Qué bonita vuelta al sol 

Esta es la primera vez en 32 años que cumpliré viviendo la vida que quiero vivir, sin tener que complacer a nadie, sin obligarme a celebraciones incómodas porque es un deber moral tener que rodearte de personas para que te canten una canción eterna alrededor de una torta que no es tu favorita.

Tampoco hice conteo regresivo y no por falta de emoción, sino porque esta fecha está siendo resignificada para mí y de verdad quiero guardar en mi memoria menos banalidades.

Estoy en mis treintas y estoy construyendo la vida que quiero vivir como Eunice, como la mujer que ama en libertad, que desea escribir sobre el amor y que quiere publicar muchos libros; como la mamá que enseña a sus hijos que no va a morir por ellos, sino que va a vivir con ellos, que es humana, que lo puede todo, pero que prefiere educarlos con la convicción de que en equipo todo es mejor; como la amiga que siempre estará para ti pero que aprendió a decir que no porque respeta sus tiempos y espacios; como la que coloca límites sanos en sus diferentes ambientes para que nunca más alguien le haga daño. 

Como esa Eunice que ama bonito y en libertad, que no tiene interés por salvar amores desgastados, porque sabe que puede estar con alguien que baile con ella mientras sus ojos se achinan, porque es bonito, porque lo merece.

Este es el primer cumpleaños que es mío, que al fin vivo con la certeza de que me siento bien con esta versión humana que soy. Es el primero que celebraré con ese amor que recibo de esos que quedaron en mi vida después de tantos naufragios. 

✨Nací en el 1991 y estoy renaciendo en el 2023✨

Por eso comparto esto contigo, porque cuando cumples treinta y tantos valoras que alguien llegue hasta acá, ese se convierte en mi regalo más bonito, es la forma en la que compruebo que vamos por buen camino, en el que al fin entiendo que serme fiel trae bonitas recompensas. 

Agradezco mucho el apoyo de todos los que nunca dejaron de creer en mí, a los que me lo recordaron y a los que me acompañaron en el proceso de creerme el cuento.

Este es el momento de crear la vida que quiero tener, no solo aplica para el cumpleaños, sino para sentar las bases de esos sueños nebulosos que están deseosos de tocar tierra. Apago las voces del qué dirán, desaloja a los inquilinos del “deber ser” y siembro esa realidad que quiero para mí.

Suena trilladísimo, pero es verdad: el mejor momento para comenzar es hoy. Sin culpas ni arrepentimientos, si otros comenzaron antes, qué chévere, pero este es mi momento perfecto. Lo vivo, disfruto y siento.

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Ojo, da lo mismo lo que quieras, es decir si tu sueño es ser mamá, viajera, activista, peregrina, corredora de bolsas o jardinera, da lo mismo. ¡Es tu vida, vívela! Date ese regalo, te juro que es mágico. 

Así que nada, ando sumando reflexiones a este diario de vida, no queda más que desearme un feliz cumpleaños para seguir siendo esta diosa acuariana, marciana del amor, escritora por talento, cuestionadora por don, comediante por gusto. 

Feliz cumpleaños a mí, un alma siempre joven. 

Cuando cumplo treinta y tanto, comienzo el camino hacia los 33 y sigo escribiendo…

Pd. No soy princesa, ni tampoco ogra. Soy diosa. Es un friendly reminder para mí. Y si quieres desearme algo bonito, únete a mi comunidad de amor aquí 👈🏻